EDITORIAL
Las artes juveniles abrazan la creatividad y la conversación

 
El Ensemble busca conectar e informar a todas las personas que están comprometidas con la educación musical de conjunto para el empoderamiento de los jóvenes y el cambio social.

EDITORIAL
Las artes juveniles abrazan la creatividad y la conversación

Corey Depina, Director de Programas, Zumix

11-06-2024

Cuando crecía en Roxbury (un barrio de Boston, Massachusetts, en Estados Unidos) como inmigrante de primera generación procedente de Cabo Verde, no destacaba en los estudios. Pero gracias al poder de las artes creativas y el trabajo sin ánimo de lucro, encontré mi camino. La confianza que adquirí en los programas artísticos juveniles transformó mi vida y me capacitó para convertirme en un líder en mi comunidad y más allá. 

En 2017, tuve la oportunidad de visitar Cabo Verde como artista docente para enseñar historia del hip hop. La necesidad de instrumentos en la isla de Fogo, en Cabo Verde, despertó en mí una pasión que me llevó a trabajar durante cuatro años en el Proyecto Fogo. Mi objetivo era garantizar que los niños tuvieran acceso a instrumentos, abriéndoles las puertas a la educación creativa y a la autoexpresión. En Boston, como miembro fundador de Zumixhe pasado más de 30 años capacitando a los jóvenes a través de la música y la educación artística. Zumix es un vibrante centro comunitario donde los jóvenes no sólo aprenden, sino que prosperan, descubriendo sus voces y adquiriendo confianza en sí mismos.

Cuando reflexiono sobre mi carrera, no dejo de sorprenderme por el poder transformador de la creatividad. La educación musical no consiste únicamente en enseñar notas o ritmos, sino también en crear un entorno en el que los jóvenes se sientan capaces de expresarse y explorar sus identidades. En mis primeras experiencias docentes, cuando preguntaba a los alumnos cómo querían enfocar una clase, su entusiasmo y compromiso me enseñaron que cuando hacemos del aprendizaje una experiencia compartida, desbloqueamos un potencial que de otro modo podría haber permanecido latente. 

Para mí, es tan sencillo como dibujar una hoja de ruta física que cuelgo en clase. Después de mostrar a los alumnos adónde vamos y cómo pensamos llegar, les invito a que compartan sus propios objetivos para la clase y los incorporamos al mapa. Nadie quiere subirse sin conocer el plan. Juntos, colaboramos en el camino a seguir; si los alumnos quieren hacer una parada y profundizar en algo, puedo integrarlo en nuestro viaje.

Cuando los jóvenes participan en procesos creativos, no sólo hacen arte, sino que perfeccionan aptitudes esenciales para la vida: resolución de problemas, pensamiento crítico e inteligencia emocional. Los innovadores y líderes del mañana suelen surgir de entornos en los que se celebra y fomenta la creatividad.

Como lector de The Ensemble, ya lo sabe por su propio trabajo. Pero navegar por el panorama actual es un reto único. Los jóvenes tienen un acceso sin precedentes a los medios de comunicación, lo que a menudo les lleva a confiar en las opiniones populares en lugar de cultivar su propia voz. Lo compruebo en el aula cuando pido a los alumnos que expresen sus opiniones: a menudo vacilan, buscando a su alrededor validación en lugar de confiar en sus instintos. Esta reticencia es descorazonadora. Pone de relieve una necesidad acuciante en la educación artística de los jóvenes: debemos fomentar espacios para la reflexión y el diálogo sincero.

Estos espacios pueden resultar chocantes para los estudiantes, cuyas vidas transcurren cada vez más en línea, donde las tendencias, el pensamiento de grupo y las ideas establecidas pueden abrumar las propias experiencias. Pero eso sólo hace que estos espacios sean más esenciales. Nuestras aulas son nuestras mejores herramientaslugares no sólo para crear, sino también para reflexionar sobre el mundo que nos rodea. Ayudando a los alumnos a cuestionar lo que ven y ofreciéndoles las herramientas para utilizar la tecnología de forma creativa, les damos la confianza necesaria para de compartir su voz con el mundo.

¿Cómo podemos caminar por esa cuerda floja? Podemos empezar por utilizar la tecnología de forma intencionada, integrándola como una herramienta, no como una muleta, para que las aulas sigan siendo espacios de expresión y descubrimiento genuinos. También debemos aprender a aceptar las diferencias, sumergiendo a los alumnos en experiencias que les animen a salir de su zona de confort, ya sea a través del teatro, de proyectos artísticos colaborativos o de la creación musical.o la creación musical. La obra de Augusto Boal Teatro del oprimido, de Augusto Boal, que comparte ejercicios que fomentan la empatía y la resolución de conflictos, ha sido muy valioso para mí a la hora de ayudar a los estudiantes a participar en actividades de inversión de roles que les ayuden a explorar diversos puntos de vista y a cuestionar sus propios supuestos.

Está claro que son ejercicios importantes. Pero es igualmente importante que hablemos de ellos. En un campo en el que la música es nuestro lenguaje común, es fácil pasar por alto este paso crucial. Preguntas como "¿Qué has sentido al ver la situación desde otra perspectiva?" o "¿Qué ideas has sacado sobre tus propios puntos de vista?" crean un espacio abierto en el que ninguna pregunta es demasiado tonta, lo que permite un diálogo sincero que no sólo enriquece su arte, sino que fomenta una comprensión más profunda del mundo que les rodea.

Sabemos que el acceso a la música es un privilegio negado a muchos. Lo mismo ocurre con la reflexión. En un mundo que se mueve a una velocidad vertiginosa, esforcémonos por dar a los estudiantes tiempo y espacio para comprometerse de manera significativa con lo que encuentran, ya sea una obra de arte o un tema de justicia social. Esta visión de la educación artística nos obliga a reflexionar de forma crítica sobre cómo implicar a los jóvenes en el proceso creativo. No se trata sólo de enseñar técnicas, sino de inspirar un sentido de pertenencia y comunidad.

La intersección entre arte y educación es un espacio en constante evolución. Los artistas y los educadores aprenden y crecen en función de su público y su entorno. Este viaje continuo exige que sigamos siendo audaces, superando los límites y adoptando nuevas ideas. Recuerda: el proceso creativo es en sí mismo una forma de aprendizaje que invita a la experimentación y fomenta la curiosidad.

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