Cuatro pasos para cultivar la creatividad para el bien

 
El Ensemble busca conectar e informar a todas las personas que están comprometidas con la educación musical de conjunto para el empoderamiento de los jóvenes y el cambio social.

Cuatro pasos para cultivar la creatividad para el bien

Jeff Poulin, Director General de Creative Generation

04-07-2021

En noviembre de 2019, escribí un artículo para The World Ensemble titulado "We Have Work to Do in How We Describe Our Work" (Tenemos que trabajar en la forma en que describimos nuestro trabajo), haciendo un llamado a los programas de música con motivación social para que describan de manera más auténtica y efectiva los resultados de la educación musical socialmente comprometida que ofrecen. Desde entonces, en Creative Generation -unaONG global que trabaja para inspirar, conectar y amplificar a los jóvenes creativos que catalizan el cambio social- hemos tratado de alinear más estrechamente las formas en que describimos nuestro trabajo con nuestros valores organizativos. Lo que hemos conseguido es un conjunto enriquecido de terminologías que nuestro campo puede utilizar para influir tanto en cómo hacemos nuestro trabajo como en cómo lo entienden los demás. El término operativo es "creatividad aplicada". En lugar de desentrañar los múltiples usos de este término, vamos a definirlo para nuestros fines: La "creatividad aplicada" puede entenderse como el proceso de utilizar la propia creatividad para imaginar soluciones locales a complejos retos globales.

Sin embargo, para hacer realidad esta idea, nuestro sector necesita reimaginar la lógica de nuestro trabajo. A lo largo de los últimos años, hemos ido desgranando esta lógica de diversas maneras. Lo que sigue es un rápido resumen de lo que hemos aprendido.

En primer lugar, debemos reconocer que la educación artística y cultural es un derecho humano codificado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Convención de los Derechos del Niño. Cuando los jóvenes aprenden a través de las artes y la cultura -y en particular a través de la música- son capaces de desarrollar o realizar efectivamente otros derechos humanos, como los señalados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

En segundo lugar, debemos actualizar nuestro lenguaje sobre los resultados previstos de la educación musical para alinearlo con la justicia social que esperamos conseguir con nuestro trabajo. Mis colegas y yo somos partidarios del término "capacidades creativas", que hemos basado en parte en el modelo de "capacidades" promovido por Martha Nussbaum y Amartya Sen, pero cualquier modelo de educación musical inclusivo, orientado a la comunidad y centrado en el desarrollo de los jóvenes es un contexto fructífero para una investigación sobre el lenguaje. Aquí es donde se puede empezar a utilizar también la "creatividad aplicada".

En tercer lugar, debemos promover la creatividad que ayudamos a cultivar como medio para la transformación social: es decir, la transformación social creativa. Este término se refiere tanto al proceso como al producto: el proceso creativo a través del cual los jóvenes catalizan cambios en las relaciones, normas, valores y jerarquías institucionalizadas dentro de su comunidad o sociedad. El énfasis en el proceso creativo nos permite mirar más allá de los sectores del arte, la cultura y la educación. ¿Cómo puede la educación musical contribuir a un cambio sustancial en áreas como el medio ambiente, la vivienda, la alimentación y la agricultura, la vigilancia policial, etc.? En Creative Generation estamos trabajando en ello a través de nuestra campaña "Creatividad para el bien", a la que todos pueden sumarse.

En cuarto y último lugar, debemos centrar a los jóvenes en todo lo que hacemos, comprender sus enfoques del trabajo, seguir sus indicaciones y determinar el éxito en sus términos. En diciembre de 2020, publicamos un conjunto de recursos derivados de investigadores y documentalistas juveniles, desafiando las normas establecidas para determinar el éxito del trabajo creativo de desarrollo de la juventud y la comunidad y proponiendo nuevos modelos con visión juvenil para determinar los impactos que esperamos lograr.

En efecto, imaginamos un nuevo modelo lógico para nuestro trabajo, que pueda adaptarse a cada situación. Podría ser algo así:

Crédito: Creative Generation.

Y lo que es más importante, es imperativo que nosotros -los líderes adultos de los programas de música para el cambio social- desafiemos nuestros propios hábitos. Durante mucho tiempo, hemos considerado la participación de los jóvenes en nuestros programas como la victoria. Nuestro reto es pensar en ella como un medio para un fin mayor: ¿Qué viene después para esos jóvenes participantes? ¿Qué pueden hacer con la creatividad que desarrollan en nuestros programas?

Nos debemos a nosotros mismos, a nuestros estudiantes y a las generaciones de futuros creativos el establecimiento de comunidades de aprendizaje artístico que miren más allá de los resultados a corto plazo y busquen impactos a largo plazo. En última instancia, esas repercusiones serán el legado de nuestro trabajo y los cimientos sobre los que se asienten los futuros agentes de cambio.

Editorial