EDITORIAL: La Joven Orquesta del Sistema Europa en Atenas

 
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EDITORIAL: La Joven Orquesta del Sistema Europa en Atenas

10-29-2017

Este verano, en Atenas, algunos de los músicos más recientes de Europa se reunieron para tocar en uno de los espacios de concierto más antiguos de Europa. La página web Joven Orquesta del Sistema Europeo celebró su cuarto campamento de verano en Atenas en julio, y la actuación final se desarrolló en la belleza intemporal del Odeón de Herodes ÁticoConstruida en el siglo II d.C. en una ladera situada justo debajo del Partenón.

Había 225 jóvenes músicos (161 de Sistema Europa y 64 de El Sistema Grecia) de entre 9 y 29 años, más 40 profesores/tutores/co-directores musicales, de un total de 33 países de toda Europa. Organizados en una orquesta junior y otra senior durante los diez días de su residencia, trabajaron y tocaron juntos con tal fervor que uno de sus profesores confesó, un poco cansado, "Ha sido difícil seguirles el ritmo; sólo quieren seguir trabajando y mejorando todo todo el tiempo". Y escuchamos repetidamente el comentario que es tan probable en eventos tan ambiciosos: "En los tres primeros días aquí, mis alumnos han mejorado más que en los últimos tres meses en casa."

La noche del concierto, al caer la noche, los grandes arcos de piedra del anfiteatro se llenaron de una iluminación escénica de color púrpura. El escenario estaba repleto de niños y jóvenes que tocaban con el mismo brío generoso y combustible que hemos visto en los programas del Sistema en todo el mundo. Interpretaron a Haendel, Brahms, Bizet, Saint-Saens y Tchaikovsky. Se les unió en el escenario la mundialmente conocida soprano Joyce DiDonato. Tocaron una nueva obra escrita para la ocasión por el compositor griego Alexandros Markeas... una pieza siria de inquietante belleza que data del año 700 d.C. ...y, por supuesto, la Oda a la alegría. Como sucede a menudo en los escenarios del Sistema, hubo frecuentes intercambios de posiciones en la primera silla entre las piezas. Hubo nueve directores diferentes, procedentes de otros tantos países. La ejecución de la música fue a menudo brillante y siempre sincera; se balancearon juntos (con un vigor que sólo hemos visto antes en Venezuela), inclinándose hacia la música y convirtiéndola en su apasionado regalo para nosotros, para los 4.400 atenienses presentes, para Atenas, para el mundo. Hubo momentos en los que incluso las cigarras, cuyo canto rige el verano ateniense, parecían ajustar su ritmo a la irresistible energía de la música en el escenario.

Tal vez el aspecto más asombrosamente "sistémico" del concierto fue el coro de niños pequeños que cantaron las partes vocales de varias piezas: eran miembros de El Sistema Grecia, y estaban formados no sólo por niños griegos sino también por niños sirios y afganos del campo de refugiados de Skaramagas, cerca de Atenas. Ver a estos pequeños cantar en tres idiomas y balancearse junto a sus recién descubiertos amigos instrumentistas -y a menudo bailar en su sitio y reírse de emoción- fue sentir de nuevo el poder de la inclusión radical que es la consigna del Sistema en todo el mundo. El estreno encargado fue una pieza sobre un difícil y ansioso viaje no resuelto -¿qué podría ser más relevante para todos los presentes? Y una de las piezas que cantaron fue la Oda a la Alegría, en alemán.

Pero, ¿qué pasa con todos los niños que no pudieron venir a Atenas? ¿Y qué pasa con todos los programas de todo el mundo que no pueden permitirse una empresa tan cara como la residencia de la SEYO en Atenas (que ha sido financiada por muchos colaboradores, sobre todo por la Fundación Hilti)?

Estamos seguros de que la verdadera lección de la residencia es simplemente que la fuerza reside en unirse. No se trata realmente de viajar a una capital del mundo o de tocar en un anfiteatro histórico, aunque esas son cosas maravillosas; se trata de reunir a los jóvenes para que toquen la música que les gusta. Uno de los profesores, al preguntarle cuál fue el momento más emocionante de la residencia, respondió: "¡Fue el primer compás del primer ensayo! Porque en ese momento, todos los chicos comprendieron de repente que formaban parte de algo mucho más grande de lo que habían conocido".

Pienso en el momento del concierto de la SEYO en el que la orquesta junior se unió a la senior en el escenario: una inmensidad de niños, llenando el inmenso espacio de actuación y desparramándose hacia las alas de ambos lados. Mientras Marshall Marcus, fundador y director de Sistema Europa, observaba desde el público, sonrió y dijo en voz baja: "Bienvenidos a Atenas, Venezuela".

Tiene razón: son los maestros y líderes de El Sistema de Venezuela quienes nos han enseñado a todos, con el ejemplo, que el simple hecho de reunir a los niños para jugar puede aportarles un nuevo nivel de empoderamiento y motivación. Cuando un estudiante de El Sistema comprende que forma parte de algo bello y unificador que va más allá de su propio programa, es capaz de verse a sí mismo de una manera nueva y de aspirar a nuevos niveles de creatividad colectiva. Se despierta un nuevo sentido de su propia importancia y potencial.

La unión es una forma de empoderamiento. Puede ser tan sencillo como reunir los programas de ciudades colindantes, o de un estado o provincia. E incluso eso puede ser complicado y caro. Pero si consigues hacerlo realidad -de alguna manera, en algún lugar- para tus hijos, nunca lo olvidarán.

Por: Tricia Tunstall

Fecha de publicación: 20 de octubre de 2017


Orquesta Juvenil de Sistema Europa en Atenas

En Atenas este verano, algunos de los músicos más nuevos de Europa se juntaron para tocar en uno de los espacios de concierto más antiguos de Europa. La Orquesta Juvenil de Sistema Europa tuvo su cuarta residencia de campo de verano en Atenas en julio, y la última presentación aconteció en la belleza intemporal del Odeón de Herodes Ático, construido en el segundo siglo A.D. en una cuesta metida justo debajo del Partenón.

Hubo 225 jóvenes músicos (161 de Sistema Europa y 64 de El Sistema Grecia) entre las edades de 9 y 29 años, además 40 profesores/tutores/co-directores musicales, de un total de 33 países de toda Europa. Organizados en una orquesta infantil y una juvenil durante los diez días de su residencia, trabajaron y tocaron juntos con tanto fervor que uno de sus profesores confesó, con un poco de cansancio, "Ha sido difícil seguir el paso de ellos; ¡solo quieren seguir trabajando y mejorando todo el tiempo!" Y escuchamos repetidamente un comentario el cual es muy probable en eventos tan ambiciosos, "En los primeros tres días aquí, mis estudiantes mejoraron más que en los últimos tres meses en casa."

La noche del concierto, mientras caía la oscuridad, los grandes arcos de piedra sobre el anfiteatro se bañaron de luces escénicas de color violeta. El escenario estaba lleno de niños y jóvenes tocando con exactamente el tipo de brío generoso y combustible que hemos visto en programas de El Sistema por todo el mundo. Tocaron Handel y Brahms y Bizet, Saint-Saens y Chaikovski. Fueron acompañados en el escenario por la soprano mundialmente conocida, Joyce DiDonato. Tocaron una nueva obra escrita para la ocasión por el compositor griego Alexandros Markeas...una pieza siria hermosa y evocadora datada de 700 A.D. ...y por supuesto el Himno a la Alegría. Como pasa a menudo en los ambientes de El Sistema, hubo intercambios frecuentes de primeras posiciones entre las obras. Hubo nueve directores diferentes, provenientes del mismo número de países. La presentación de la música fue frecuentemente excelente y siempre de corazón; oscilaban juntos (con un vigor que sólo hemos visto antes en Venezuela), inclinándose hacia la música y haciendo de ella su regalo apasionado para nosotros, para los 4.400 atenienses presentes, para Atenas, para el mundo. Hubo momentos cuando hasta las cigarreras, cuyas canciones reinan sobre el verano ateniense, parecían ajustar su tempo a la energía irresistible de la música en el escenario.

Quizás el aspecto más impresionantemente "Sistema-esco" del concierto fue el coro de niños pequeños que cantaron las partes vocales de varias piezas: eran miembros de El Sistema Grecia, y constaba no sólo de niños griegos sino también de los niños sirios y afganos del campo de refugiados de Skaramagas, cerca de Atenas. Mirar a estos pequeños cantar en tres idiomas y oscilar juntos con sus nuevos amigos instrumentistas - y frecuentemente bailar en sus sitios y reírse de emoción - fue sentir nuevamente el poder de la inclusión radical, lema de El Sistema por el mundo. El estreno encargado era una pieza sobre un viaje difícil, ansioso, e inconcluso-¿qué podría ser más relevante para todos los que estaban presentes? Y una de las piezas que cantaron fue el Himno a la Alegría, en alemán.

¿Pero qué hay de los chicos a los cuales no les tocó venir a Atenas? ¿Qué hay de todos los programas por el mundo que no pueden permitirse pagar un proyecto tan costoso como la residencia de SEYO en Atenas (la cual fue financiada por muchos seguidores, más prominentemente la Fundación Hilti)?

Estamos seguros que la lección verdadera de la residencia es sencillamente que la fuerza queda en unirse. No tiene que ver realmente con viajar a una capital mundial o tocar en un anfiteatro histórico, aunque esas son cosas maravillosas; tiene que ver con juntar jóvenes para tocar música que aman. Uno de los profesores, ante la pregunta cuál fue el momento más emocionante de la residencia, contestó: "¡Fue el primer pulso del primer ensayo! Porque en aquel momento, todos los niños entendieron de repente que hacían parte de algo mucho más grande que cualquier cosa que hubieran conocido."

Pienso en el momento del concierto de SEYO cuando la orquesta infantil se juntó con la orquesta juvenil en el escenario - una pura vastedad de chicos, llenando el espacio inmenso de presentación y desbordando hacia las bambalinas de ambos lados. Mientras Marshall Marcus, fundador y director de Sistema Europa, miraba desde el público, sonrió y dijo en voz baja: "Bienvenida a Atenas, Venezuela".

Tiene razón: son los profesores y los líderes de El Sistema Venezuela quienes nos han enseñado a todos, con su ejemplo, que simplemente juntar a los chicos para tocar puede traerles un nuevo nivel de apoderamiento y motivación. Cuando una estudiante de El Sistema entiende que hace parte de algo hermoso y unificador que se extiende más allá de su propio programa, ella puede verse a sí misma de una manera nueva y aspirar a nuevos niveles de creatividad colectiva. Se despierta un nuevo sentido de su propio significado y su propio potencial.

Unirse como apoderamiento. Puede ser tan sencillo como juntar los programas de pueblos contiguos, o de un estado o una provincia. Y hasta eso puede ser complicado y costoso. Pero si logras hacer que suceda para tus chicos - de alguna manera, en algún lado - nunca lo olvidarán.

Por: Tricia Tunstall

Fecha: 20 octubre 2017

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