Utilizar el aprendizaje de la música para ayudar a nuestros jóvenes a reconstruir los vínculos afectivos

 
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Utilizar el aprendizaje de la música para ayudar a nuestros jóvenes a reconstruir los vínculos afectivos

María Guinand, Directora Artística, Fundación Schola Cantorum de Venezuela; Vicepresidenta, Federación Internacional de Música Coral

08-04-2021

El autor en el norte de Gales, mientras juzgaba un concurso coral. Foto: Maria Guinand.

Durante más de un año, el planeta entero ha sido puesto a prueba por un enemigo casi invisible. Todavía nos preguntamos cómo un villano microscópico puede detener el mundo y hacernos replantear nuestras vidas y nuestro destino humano. Hemos experimentado el miedo, la incertidumbre, la angustia y el dolor. A medida que la pandemia retrocede, sabemos que las poblaciones más pobres del planeta son las que experimentarán la mayor devastación a largo plazo. Pero durante muchos meses, ha sido una pandemia para todos.

La historia nos dice que los seres humanos son resistentes y pueden recuperarse de guerras devastadoras, genocidios y otros tipos de tragedia. Somos muy buenos para levantarnos de nuevo e intentar aprender algunas lecciones. Como profesor y director de coro de toda la vida, siento la gran oportunidad de hacer del coro un lugar no sólo para cantar y crear belleza, sino también para los valores humanos y de reflexión. Esto es lo que me motiva hoy a retomar mi actividad como director y profesor de coro. Para mis colegas educadores musicales de todo el mundo, me gustaría compartir estos pensamientos.

La pandemia no ha sido sólo un problema biológico o epidemiológico. También ha creado enormes trastornos en nuestra vida social y afectiva. Especialmente en los espacios de educación e interacción social, ha inhibido todos los vínculos imperceptibles que nos unen y que nos permiten interactuar socialmente. Para nuestros niños y jóvenes, esto ha producido desgana, falta de interés y entusiasmo y, en algunos casos, depresión. Un año de aislamiento cambia a las personas -especialmente a los jóvenes- y sus perspectivas sobre lo que es importante en la vida.

Esta es la realidad con la que nos encontraremos al volver a nuestras aulas y salas de ensayo, una realidad diferente a la "normal" que conocíamos antes de la pandemia. Por supuesto, todos querremos hacer música juntos en un contexto de directo, y conseguir excelentes resultados. Pero estoy seguro de que será un proceso lento. Tendremos que empezar por reconstruir los lazos de afecto, respeto y consideración hacia los demás. Más que nunca, el proceso debe ser un diálogo, una conversación; necesitamos redescubrirnos juntos, reconocernos y escucharnos. Esto significa ser flexibles con nuestros objetivos y tener paciencia para obtener resultados.

Los jóvenes miembros del coro y de la orquesta están ansiosos por encontrarse de nuevo al lado de los demás, cantando, tocando y compartiendo. Debemos aprovechar este entusiasmo para ayudarles a restablecer los lazos afectivos y la comunicación interpersonal a través de la comunicación afectiva y no verbal de la práctica musical colectiva.

En muchas áreas técnicas, tendremos que volver a enseñar, repasar y revisar conceptos y conocimientos. Habrá que despertar las habilidades musicales poco a poco. Para ello, tendremos que ser creativos y buscar nuevas herramientas. Todos hemos pasado cientos de horas inmóviles frente a las pantallas; ahora es el momento de movernos juntos, de experimentar el canto a través del movimiento corporal y el uso de la euritmia, de generar energía física que anime e inyecte optimismo y ayude a superar los miedos que se han instalado en nuestros corazones durante todos estos meses.

Es importante señalar que no todo lo relacionado con la pandemia ha sido negativo. En el lado positivo, aprendimos a trabajar solos en nuestras casas y a utilizar la comunicación virtual para el proceso educativo. Aprendimos que las clases individuales eran estimulantes para nuestros alumnos y nos permitían una evaluación más precisa de su desarrollo. No debemos descartar del todo esta práctica.

Además, nos hemos enriquecido con los coros virtuales, los conciertos en streaming y las conferencias y encuentros que hemos vivido en diferentes plataformas. A través de ellas, todos hemos entrado en un nuevo tipo de comunidad planetaria a través de la cual podemos ser más solidarios y compasivos con otros músicos que hemos descubierto en todo el mundo. Debemos seguir explorando y desarrollando estas herramientas.

Pero nuestra tarea más importante, como educadores corales e instrumentales, será la de revigorizar los lazos afectivos entre los niños que les ayuden a salir de la depresión, el miedo y el aislamiento que han experimentado tan profundamente. La vida es un aprendizaje continuo, a veces progresivo y a veces repentino. En los próximos meses, todos tendremos que estar más atentos y alertas que nunca, para poder reanudar nuestras aulas con gran alegría, energía fresca y nuevas ideas que ayuden a los niños y jóvenes a aprender a amar la música y a convertirla en la mejor compañera de sus vidas.

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