Reciprocidad musical radical

 
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Reciprocidad musical radical

Dalouge Smith, Presidente/Director General de la Sinfónica Juvenil de San Diego

10-01-2017

El director de teatro Peter Sellars intervino hace cuatro años en la conferencia "Future Play: Music Systems in the 21st Century", patrocinada por el L.A. Phil y el Barbican. Pidió que se democratice la música clásica y la educación musical. "Tengo que pedir al mundo de la música clásica que respete la reciprocidad, que es la base de toda interacción humana. Y no tener este flujo unidireccional de 'todos estos niños aprenderán a tocar Beethoven'... Tenemos que pasar a estructuras radicales de reciprocidad".

La Orquesta del Festival Take A Stand de este verano demostró la belleza, la alegría y el empoderamiento que surgen cuando se logra una reciprocidad radical. La Orquesta del Festival estaba compuesta en su inmensa mayoría por músicos adolescentes de color. Se habían entrenado y dedicado claramente a interpretar el repertorio clásico occidental programado para ellos. Lo impregnaron de musicalidad y confianza. Sin embargo, fue una acción de un pequeño grupo de estos músicos la que reveló el poder de las "estructuras radicales de reciprocidad".

Ese mismo día, en el Simposio Take A Stand, había surgido la preocupación por la estrechez de miras de la pedagogía clásica occidental. Los miembros del profesorado del festival, la mayoría de los cuales eran músicos profesionales de color, compartieron sus propias experiencias al enfrentarse a los límites culturales de la formación musical clásica. Admitieron haber cometido un "suicidio cultural" y haber separado sus vidas musicales de su propia identidad cultural para poder centrarse en la música clásica. Los debates sobre las barreras estéticas de la música clásica para la inclusión de otros lenguajes culturales revelaron que los jóvenes músicos de los programas inspirados en el Sistema pueden experimentar un autoengaño cultural. Al final del Simposio, la sensación de ansiedad de que éste podría ser el resultado final para miles de jóvenes estaba absolutamente presente.

Afortunadamente para todos, el remedio llegó de la mano de los músicos del Festival. Tras las reverencias del profesorado, las tubas iniciaron una composición original no programada. Evidentemente, junto con su formación orquestal, a estos músicos de Baltimore se les había enseñado a expresar su propio punto de vista musical. Los percusionistas y otros metales se unieron a la melodía, mientras todos los demás músicos del Festival bailaban, filmaban, sonreían y compartían la propiedad del momento. Esta actuación final fue nuestro recordatorio de 2017 para crear "estructuras radicales de reciprocidad". Si no lo hacemos, corremos el riesgo de dividir para siempre el yo musical de nuestros estudiantes de sus identidades culturales.

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