La vida de Jorge Peña Hen, Parte I: Un gigante de nuestro patrimonio cultural

 
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La vida de Jorge Peña Hen, Parte I: Un gigante de nuestro patrimonio cultural

Raúl Vergara, Cofundador y Director de Programas Internacionales, Global Leaders Program; Graduado, La Escuela Experimental de Música Jorge Peña Hen

08-04-2021

Jorge Peña Hen. Crédito: Catiray.

Invierno de 2012, La Serena, Chile: un día nublado pero templado, con una suave y fría brisa marina procedente de la corriente de Humboldt del Océano Pacífico. Estaba con Víctor Hugo, un amigo de la escuela secundaria que había dejado de lado su trompeta para estudiar derecho y periodismo en la universidad antes de convertirse en el editor de un periódico local. Ambos acompañábamos a don Juan Orrego Salas, un señor de 93 años que visitaba nuestra ciudad para rendir un homenaje póstumo a un querido amigo suyo, del que nunca había podido despedirse en persona. Compramos un ramo de flores y entramos por la puerta principal del cementerio sin saber exactamente a dónde íbamos, lo cual no era un problema, ya que todos los que nos cruzábamos conocían la ubicación precisa del monumento a Jorge Peña Hen.

Mi primer recuerdo de ese nombre es de 1992. Tenía 12 años. No hacía mucho que había terminado el régimen militar; las heridas de ese periodo permanecían, y muchos de nosotros seguíamos teniendo miedo. Un día, sin ceremonia alguna, apareció un nuevo cartel sobre la entrada de mi escuela: "Escuela Experimental de Música Jorge Peña Hen". Al principio, me pareció inconveniente que el nombre de la escuela, que ya me parecía demasiado largo, se ampliara ahora añadiendo el nombre completo de alguien. En mi ignorancia, pregunté a mis compañeros: "¿Quién es ese tal Jorge Peña Hen?".

Queridos lectores, si es que comparten mi ignorancia infantil: El compositor y director de orquesta chileno Jorge Peña Hen dedicó su vida a la música y a romper los esquemas sociales establecidos a través de la educación musical. Recibió su formación musical formal en el Conservatorio de Música de la Universidad de Chile, donde estudió con las figuras musicales más importantes de su tiempo, entre ellas un joven Juan Orrego Salas. Su liderazgo natural y su incansable espíritu emprendedor le llevaron a una vida de activismo musical que tuvo un profundo efecto transformador, sin parangón en la América Latina de la época. El legado de Peña Hen incluye el lanzamiento de una sociedad musical, un coro polifónico, retablos navideños, un conservatorio de música, una orquesta profesional, orquestas juveniles, una escuela experimental de música y giras musicales por todo Chile y el extranjero.

Durante un viaje de dos meses a Estados Unidos en el invierno de 1963, Peña Hen visitó varios centros de formación musical y académica, con especial interés en el trabajo musical con adolescentes. Se maravilló de la forma en que las escuelas secundarias estadounidenses incorporaban actividades musicales grupales, incluyendo una importante expansión de las orquestas y bandas sinfónicas, en el currículo académico. Regresó a La Serena para elaborar un plan de desarrollo musical sostenible para la ciudad. Convencido de que era crucial desarrollar buenas bases para la educación musical, se dedicó a la formación de jóvenes músicos desde una edad temprana. Gracias a su influencia, la primera Orquesta Juvenil de América Latina debutó en Chile en diciembre de 1964.

Don Orrego (con bastón) con la Orquesta de las Américas, La Serena, Chile 2012. Crédito: Grupo Orquesta de las Américas.

En la mañana del 11 de septiembre de 1973, todo el país se despertó muy conmocionado por un golpe de Estado, la muerte repentina del presidente y la instauración de una junta militar. Pocos días después, Jorge Peña Hen fue detenido y torturado. Acusado falsamente de entrar y distribuir armas de fuego en el país, y sin un juicio adecuado, el ilustre hijo de La Serena fue fusilado por el regimiento militar de la ciudad junto a otras 14 personas acusadas de oponerse al régimen. Era la tarde del 16 de octubre de 1973.

Víctor y yo caminamos con Don Orrego, que se apoya en su bastón para cruzar los 500 metros que hay hasta el final del cementerio. Allí se encontraba un monumento dedicado a los "Detenidos y Desaparecidos" víctimas de la dictadura militar de Pinochet. Este lugar, donde hoy se encuentra un pintoresco monolito, fue en su día una fosa común para los 15 cadáveres fusilados aquel día bajo las órdenes de la infame Caravana de la Muerte. El cuerpo de Jorge Peña Hen fue encontrado entre los muertos.

Don Juan dejó a un lado su bastón y, apoyándose en su mano derecha, tomó asiento frente al monumento, contemplando sus recuerdos durante un largo momento. Sólo el viento marino se atrevió a perturbar el solemne silencio, mientras Víctor y yo le observábamos ahondar en su pasado. Al cabo de un rato, visiblemente emocionado, rompió el silencio con unas tenues palabras, como si susurrara sólo para sí mismo: "Pobre Jorge... Todavía no me lo puedo creer".

Luego, recordando que estábamos allí, me confió: "En realidad, yo fui la persona que le consiguió a Jorge Peña Hen su invitación para ir a Estados Unidos".

Sabíamos que Orrego Salas había completado su formación de postgrado en Estados Unidos, incluyendo estudios en las universidades de Columbia y Princeton, y que en Tanglewood cultivó la amistad con Aaron Copland y otros distinguidos músicos latinoamericanos, entre ellos el emblemático compositor Alberto Ginastera. Ahora, nos contó el siguiente hilo de su historia.

"El gobierno de Estados Unidos y la Fundación Rockefeller habían acordado poner en marcha un centro de estudios musicales latinoamericanos en Washington D.C. Se pusieron en contacto con Aaron Copland, quien me incluyó en una lista de posibles candidatos para el puesto de director. Por suerte para mí, fui la primera persona entrevistada... Acepté el puesto pero insistí en que el centro debía estar afiliado a una universidad, para evitar que se convirtiera en un instrumento político. Estuvieron de acuerdo".

Así, el Sr. Orrego Salas se convirtió en el director del Centro de Música Latinoamericana de la Universidad de Indiana, que desarrolló hasta convertirlo en la mayor fuente de obras musicales latinoamericanas del siglo XX, y al que una vez llevó a su joven alumno Jorge Peña Hen.

De repente, mi cerebro daba vueltas. De forma acelerada, como si rebobinara la cinta de casete de mi historia cultural, empecé a ver cómo todo se entrelazaba, conectándome de nuevo con Orrego Salas, Peña Hen, Copland, y más tarde con José Antonio Abreu. Vi cómo un acto del noble hombre de 93 años que estaba a mi lado había influido en la vida de Peña Hen, que luego se convirtió en el catalizador de un movimiento mundial de democratización del acceso a la educación musical, conocido por nosotros como El Sistema.

Y vi cómo cada uno de nosotros, los miles de músicos y educadores de todo el mundo que seguimos sus pasos, hemos estado directa o indirectamente relacionados con su trabajo.

Víctor y yo tuvimos la suerte de pasear y compartir esta profunda reminiscencia histórica con Don Juan Orrego Salas; ésta resultó ser su última visita a su país. Su estancia en La Serena concluyó con un concierto en el Coliseo Monumental de la ciudad, a cargo de Timothy Chooi y la Orquesta Juvenil de las Américas (ahora Orquesta de las Américas), ofreciendo a los miles de asistentes un homenaje reivindicativo a su antiguo alumno, precursor del movimiento de orquestas juveniles latinoamericanas: Jorge Peña Hen.

En memoria de Don Juan Orrego Salas (18 de enero de 1919 - 24 de noviembre de 2019)