
Editorial
Del editor
Tricia Tunstall
Nuestro número de este mes presenta iniciativas de colaboración entre programas inspirados en el Sistema o de orientación similar. El ecosistema estadounidense del Sistema está empezando a ver más colaboraciones de este tipo, con distintos grados de formalidad y longevidad. A menudo, el primer impulso hacia la colaboración se produce con facilidad; es después cuando pueden surgir preguntas. ¿Cómo se toman las decisiones? ¿Es necesario que los programas se pongan de acuerdo en todo? ¿Hasta qué punto pueden divergir y seguir formando parte de la empresa conjunta?
Mientras reflexionamos a nivel local, también puede ser útil observar en el extranjero un ejemplo particularmente eficaz de colaboración de programas a largo plazo. Sistema Europa comenzó en 2012 con una reunión improvisada de un puñado de personas en Londres. Cinco años después, incluye programas en casi 30 países, y es más conocido por la creación de eventos de campamentos/residencias de verano que han permitido que cientos de jóvenes de toda Europa se reúnan anualmente en una u otra ciudad de fábula, durante diez días de intensa creación musical conjunta. Estos festivales tienen efectos indelebles en los profesores que los dirigen, en los chicos que participan en ellos y en los muchos más que deciden practicar con más ahínco para ser lo suficientemente buenos como para asistir al siguiente.
Hemos tenido la suerte de poder asistir a algunas de las reuniones generales de Sistema Europa, por lo que hemos podido ser testigos de un aspecto más silencioso de su valioso trabajo: su capacidad para mantener un proceso vigilantemente democrático y un espíritu generoso. Programas muy grandes colaboran con otros muy pequeños, y cada programa se siente incluido y apoyado. En 2015, los miembros decidieron convertirse en una entidad legal. Sin embargo, incluso con las capas adicionales de burocracia y gastos, las reuniones generales de los miembros siguen siendo pequeños milagros de buen humor y democracia colectiva.
¿Cómo lo gestionan? He aquí algunas prácticas clave. En primer lugar, mantienen sus prioridades simples y claras, limitadas principalmente a los campamentos de verano y a la recaudación de fondos conjunta. Dos, cada programa tiene la misma representación de voto. Tres, en cada reunión se reserva un tiempo para que los programas anuncien sus propias novedades. Y son tenazmente no parroquiales. "Soy una persona finlandesa", oímos decir una vez a un participante, "sentada en Austria en un restaurante coreano, hablando en inglés, con personas de 20 países. Así es como vivimos. Esto es lo que somos".

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