En Brass for Africa, el debut es la primera lección

 
El Ensemble busca conectar e informar a todas las personas que están comprometidas con la educación musical de conjunto para el empoderamiento de los jóvenes y el cambio social.

En Brass for Africa, el debut es la primera lección

Ronald Kabuye, Director de Proyectos, Brass for Africa

08-03-2022

Foto: Brass for Africa

La misión de Brass for Africa es crear un futuro mejor para los niños y jóvenes desfavorecidos de África, utilizando la música como herramienta para potenciar y transformar sus vidas. Brass for Africa, registrada como organización benéfica en el Reino Unido, fue fundada hace más de 10 años por el piloto de avión Jim Trott, que donó 30 instrumentos de la banda juvenil de su hijo. En la actualidad, apoya a más de 2.000 niños y jóvenes en Uganda, Liberia y Ruanda.

En la BfA, nuestro objetivo es fomentar las habilidades transferibles para la vida que se adquieren a través del aprendizaje de los instrumentos de viento. Para ello, nos centramos en ocho atributos clave: comunicación, concentración, confianza en sí mismo, trabajo en equipo, resiliencia, liderazgo, resolución de problemas y perseverancia. Creemos que estas habilidades tienen el potencial de apoyar muchas actividades que cambian la vida.

¿Pero cómo? Nuestros jóvenes músicos proceden de orfanatos, asentamientos informales y asentamientos de refugiados, donde no es fácil adquirir instrumentos de viento. Y nuestro programa puede ser una perspectiva intimidante para cualquier joven; no sólo se necesita tiempo y paciencia para aprender un instrumento, sino que también se necesita confianza -un sentido de pertenencia- para sentirse preparado para actuar ante un público. Nuestra solución es sencilla: un pequeño grupo de profesores que se desplaza para conocer a los nuevos participantes (principalmente de entre 8 y 26 años) allí donde se sientan más cómodos. Nuestros métodos de captación son orgánicos y, por supuesto, opcionales; los profesores organizan conciertos no oficiales que ayudan a los participantes a sentirse cómodos y seguros de sí mismos en entornos de actuación. A medida que los jóvenes comparten la vitalidad y la alegría de hacer música, empiezan a verse a sí mismos como músicos.

¡Cantando "Music My Savior"[Nota del editor: Una interpretación de "Music My Savior" puede verse al final de Topowa! un documental que sigue los viajes de 12 participantes de Brass for Africa], hacemos participar a estos jóvenes, formamos un círculo, bailamos alrededor del círculo, nos presentamos y presentamos nuestro instrumento, y luego tocamos algo para ellos mientras compartimos nuestro amor por la música. Uno a uno, nos situamos en el centro del círculo y procedemos a divertirnos como nunca. Al final, los participantes empiezan a unirse.

Foto: Brass for Africa

Parafraseando a Kwizera Samuel, un antiguo participante que ahora es voluntario: ver a los profesores presentar sus instrumentos mientras emiten hermosos sonidos te hace desear tener la confianza y la capacidad de tocar como ellos. Eso es lo que llamamos "Resurrección de la esperanza".

Esto nos lleva al siguiente paso, que yo llamo "Hora de transformación". En esta hora, los participantes aprenden lo más importante: cuidar el instrumento. Al fin y al cabo, el instrumento es su herramienta; les ayuda a conectar con la música más profundamente y a expresarse más plenamente. Los participantes realizan juegos centrados en meter y sacar el instrumento de sus estuches. Una vez hecho esto, los participantes se ponen a manejar los instrumentos por primera vez, un periodo feliz y lleno de zumbidos en el que emiten sus primeros sonidos.

En nuestra opinión, esos primeros sonidos son los más bellos. Los profesores se aseguran de celebrar esta idea durante esta primera sesión; una vez que los jóvenes participantes se han familiarizado con los instrumentos y los profesores, todos ellos montan un espectáculo, marchando y tocando por las calles de sus pueblos y comunidades. Este es un momento especial tanto para los participantes como para los profesores. Para los participantes, la mini actuación les da esperanza y confianza; como profesores, podemos ver a estos jóvenes cobrar vida de una manera nueva.

En el asentamiento de refugiados de Bidibidi, en el norte de Uganda, el segundo asentamiento de refugiados más grande del mundo, hemos puesto en marcha recientemente un programa de música y habilidades para la vida llamado Lab Uganda and Community Music Project en colaboración con Music Connects, una organización benéfica alemana. El joven músico Paul Nyabaka, de 21 años, dijo lo siguiente después de su primera actuación con la mini banda de música: "Cuando marchas en la comunidad, ves que sale mucha gente. Esto aporta paz a la comunidad y un factor de alivio del estrés".

Como bien dice la profesora Florence Nakachwa: "Ver a los participantes marchar por primera vez demuestra que han entendido mi lenguaje. Saben que tienen el potencial de convertirse en mejores jugadores, hacer feliz a la comunidad y unir a la gente."

Esa es la mayor lección que nos enseña la música: que tenemos la capacidad de potenciar, impactar y transformar nuestras vidas y las de los demás.

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