El desafío global

 
El Ensemble busca conectar e informar a todas las personas que están comprometidas con la educación musical de conjunto para el empoderamiento de los jóvenes y el cambio social.

El desafío global

Aristedes Rivas, violonchelista y especialista en cuerdas

06-01-2018

Cuando tenía 12 años, me invitaron a formar parte de la Orquesta Sinfónica de Los Llanos en Guanare, Venezuela. Era el más joven de un grupo de niños que se incorporaron a la orquesta ese año. El primer ensayo fue de la 4ª Sinfonía de Tchaikovsky. Nunca en mi vida me he sentido más perdido que en ese ensayo. Tres años después, me convertí en coprincipal de esta orquesta, junto con mi antiguo profesor.

A la mayoría de los niños (lo admitan o no) les gusta que les desafíen. Esto ha sido una constante en mi experiencia personal como educador musical. Independientemente de la clase socioeconómica, la situación emocional o la cultura, no hay nada más emocionante para los niños que enfrentarse a un gran reto junto a sus compañeros. Al mismo tiempo, hay muchas variantes en el comportamiento de los niños en las sociedades y culturas locales. Las siguientes reflexiones al respecto se basan en mi propia experiencia docente en Asia Oriental, América Latina y Estados Unidos.

Enseñando en Venezuela y otros países latinoamericanos, he comprobado que la mayoría de los niños son entusiastas y están dispuestos a absorber todo lo que se les echa encima. Esto puede tener algo que ver con la falta de recursos y acceso que caracteriza a esta parte del mundo. Pero con el entusiasmo viene una falta de disciplina que se expresa en una resistencia al orden. En otras palabras, es típico tener un grupo que es a la vez muy feliz y muy ruidoso. Para América Latina, la gran contribución de El Sistema ha sido no sólo abrir las puertas al universo musical, sino también cambiar el tejido social enseñando las recompensas de la disciplina.

En cambio, los estudiantes de Corea del Sur, como los de otros países de Asia Oriental, son muy disciplinados; no hay aulas ruidosas. Sin embargo, muchos estudiantes sufren depresión, estrés y falta de confianza en sí mismos. Allí, he intentado ayudarles a tocar de forma expresiva conectando la música con sus sentimientos personales.

En Estados Unidos, el país de la abundancia, me encuentro a menudo con el problema de tener que convencer a los alumnos y a las familias de que esta oportunidad es valiosa. Mi solución para ello es establecer normas estrictas de trabajo, comportamiento y respeto.

Independientemente de dónde esté enseñando, he llegado a confiar en lo que sé que funciona: desafiar a los alumnos, pero con un alto grado de confianza y respeto. Los niños de distintas culturas pueden reaccionar de forma diferente a lo que les ofrecemos, pero la línea divisoria es que, para los niños de todo el mundo, descubrir que pueden lograr resultados que creían inalcanzables puede aumentar la confianza en sí mismos y sentar precedentes para soñar más y lograr más de lo que nunca antes habían hecho.

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