Cómo configurar los planes de estudio para superar la escasez de recursos

 
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Cómo configurar los planes de estudio para superar la escasez de recursos

Esteban Álvarez, ex alumno del Programa de Líderes Globales; artista de Steinway

10-07-2020

La primera vez que olí el gas lacrimógeno, fue una mañana de enero alrededor de las 10:00 a.m. Estaba sentado en el auto junto a Franco Toro Contreras, el Director Musical de la Escuela de Música Enrique Soro en Quilicura, Chile. Franco me recogía todas las mañanas de lunes a viernes en la "Zona Cero" de Santiago, a quince kilómetros de la escuela. En un contexto de agitación política y económica, todas las mañanas conducíamos entre el olor de los gases lacrimógenos que se habían desplegado contra los manifestantes la noche anterior. A pesar de esta problemática situación sociopolítica -y del hecho de que estaba impartiendo clases de verano-, me di cuenta de que la asistencia nunca disminuyó durante mi estancia en la escuela.

Chile Jazz Band y Esteban

La Escuela de Música Enrique Soro fue creada en 1997 en Quilicura por el gobierno local con la misión de ofrecer un programa musical/académico público y gratuito para sus ciudadanos. Hoy en día atiende a 650 alumnos de entre 5 y 75 años. La escuela ofrece clases de percusión latina, percusión sudamericana (bombo legüero y cajón andino), flauta, trompeta, trombón, clarinete, saxofón, oboe, fagot, charango, quena, zampoña, guitarra, guitarra eléctrica, piano, violín, viola, chelo, contrabajo, bajo eléctrico y canto. Se enseñan tanto géneros musicales clásicos como populares. Mi trabajo consistía en impartir clases de improvisación y clases magistrales de piano, dirigir los ensayos de la Lab Band, entrenar al conjunto de música popular y actuar con los alumnos en su recital final al término de la semana. Los alumnos estaban increíblemente apasionados por el aprendizaje, mostrando un interés genuino a través de su participación activa.

Esteban enseñando conceptos de improvisación de jazz, acompañado por Harvey Price y Hanna Dick del GLP

La visión de crear una escuela de música pública y gratuita como iniciativa local es realmente un modelo para las Américas. Nunca he visto una escuela como ésta en Estados Unidos; aunque conozco algunas instituciones musicales que emulan este modelo, son las excepciones a la regla. Sólo unos pocos países, como Venezuela y Cuba, han tenido éxito en la creación de programas musicales de categoría mundial que son a la vez gratuitos y sostenibles. Por ejemplo, El Sistema de Venezuela ha preparado a músicos de talla mundial como Gustavo Dudamel, Alcides Rodríguez y Arístides Rivas. La Escuela de Música Enrique Soro sigue ese mismo modelo, proporcionando a las familias de ingresos bajos y medios acceso a una educación musical gratuita. Una y otra vez, estos esfuerzos institucionales han demostrado que ayudan a los estudiantes desfavorecidos a mejorar su rendimiento académico, a aprender habilidades interpersonales que conducen a interacciones sociales más positivas y a estar mejor preparados para afrontar los matices de una sociedad compleja.

A pesar del énfasis de la escuela en la música popular y folclórica, desde el primer día me quedó muy claro que la improvisación y la teoría musical no eran sus campos más fuertes. Como hablante nativo de español, sabía que la comunicación no iba a ser un problema, pero cuando preguntaba por temas sencillos como los modos o los acordes, muchos alumnos se perdían en los ejercicios que les proponía. Aunque el aprendizaje de la música "de oído" es fundamental en su plan de estudios, los vídeos musicales de YouTube son probablemente su recurso más accesible para aprender conceptos musicales avanzados. A pesar de este obstáculo, su afán por aprender era impresionante, y sus habilidades de aprendizaje eran magníficas. Al final de esa semana, los alumnos que me asignaron no sólo realizaban complejos ejercicios de teoría musical, sino que también improvisaban sobre el repertorio estándar de música latinoamericana.

Esteban y la Chile Jazz Band suben al escenario

En un país que se convirtió en "el experimento económico de la agenda de globalización de EE.UU." (y que actualmente está consumido por una protesta pública masiva en medio de la pandemia), es evidente que Enrique Soro carece de acceso a recursos humanos y materiales cualificados. La Escuela cuenta con 26 profesores de música, ocho aulas, dos administradores (el Director de la Escuela y el Secretario) y un conserje. El plan de estudios abarca un programa de cuatro años, aunque la mayoría de los alumnos tardan más en completarlo. El presupuesto anual de la escuela es de aproximadamente 370.000 dólares, que se utilizan para el mantenimiento de los instrumentos, los salarios y la compra de nuevos instrumentos. Aunque algunos fondos proceden de donantes privados, la principal fuente de financiación de la escuela es el gobierno municipal.

Una de las desventajas de esto es que la escuela está obligada a seguir un plan de estudios académico uniforme que puede aplicarse a todas las escuelas de música públicas por igual, poniendo en peligro las necesidades individuales de cada escuela. Además, puede parecer casi imposible enseñar piano, o una clase magistral de improvisación, en una escuela en la que sólo se pueden utilizar tres pequeños pianos verticales. En la actualidad, se designa un número limitado de aulas para todas las clases, y no existe una estructura que aborde los diferentes niveles de musicalidad de los alumnos. Aun así, este desorden sistémico se sentía cercano al "caos organizado", en el que los alumnos aprenden constantemente y de forma intuitiva unos de otros. En otras palabras: había potencial de crecimiento.

Una escena en la "Zona Cero" de Santiago, donde se produce la mayor parte del conflicto cada noche.

Al trabajar dentro del marco preexistente de la escuela, se me ocurrieron varios ejercicios para involucrar a cada alumno a su propio nivel. Uno de los ejercicios más eficaces que utilicé fue enseñar la sencilla relación entre una escala mayor y un "modo". Simplemente comenzando cualquier escala mayor (por ejemplo, la escala de Do mayor) en cualquiera de sus notas, los alumnos pronto descubrían los matices de los diferentes sonidos de la escala mayor. Esto se denomina en música "extrapolación de notas de escala", como pensar en el color azul frente a mirar una paleta de colores azules. Con estos nuevos sonidos en nuestra caja de herramientas, pasamos a crear una melodía sencilla. Esta parte del ejercicio reforzó la relación entre lo que los alumnos oyen individualmente y la aplicación mecánica y física en un instrumento determinado. Al final de la clase, los alumnos improvisaban melodías sencillas sobre progresiones de acordes estándar, demostrando la capacidad de crear sus propias melodías.

Los alumnos no sólo fueron capaces de captar conceptos musicales difíciles en el ámbito de la música popular y el jazz, sino que demostraron un auténtico interés por aprender y mejorar. Durante el recital final de la semana, los alumnos de todos los conjuntos participaron en un concierto colectivo de improvisación. El recital concluyó con la participación de la Big Band de Chile, que tuve la oportunidad de dirigir y entrenar también. Este pequeño concierto final fue un nuevo recordatorio del poder de la música popular y folclórica para unificarnos como seres humanos, conectándonos con nuestras raíces culturales. También fue una simple afirmación de que las escuelas de música públicas y gratuitas -los crisoles donde se nutren y desarrollan los grandes talentos- merecen verdaderas oportunidades para crecer. Con más escuelas gratuitas como la de Enrique Soro, no sólo tendríamos más música popular y folclórica interpretada con regularidad en nuestras comunidades, sino también una comprensión más profunda de nuestros cimientos culturales y un mayor sentido de lo que somos como comunidad.