Más que una esperanza ciega: medir el impacto social a través de la música en el Seminario Batuta

 
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Más que una esperanza ciega: medir el impacto social a través de la música en el Seminario Batuta

Juan Luis Restrepo, músico y arquitecto colombiano

11-03-2021

El director Jorge Castillo conversó con Ángel Moreno, gestor cultural, sobre el Fandango Fronterizo y la música en las zonas fronterizas como forma de resistencia cultural. Foto: Fundación Batuta.

Batuta, el principal programa de música y transformación social de Colombia, nació hace 30 años en un contexto de violencia precipitada por los cárteles. Como vecino más cercano de El Sistema y uno de sus primeros pares, Batuta creó su propio camino distintivo, no sólo en respuesta al entorno sociopolítico único de Colombia, sino también para celebrar su propia y rica tradición musical.

A lo largo de las tres décadas de existencia de Batuta, sin embargo, hay una pregunta que ha resultado difícil de responder: ¿Cómo medir el impacto de la música en los contextos sociales y evitar las declaraciones ilusorias de que "la música por sí misma hará el trabajo"? Por eso, para celebrar su 30º aniversario, Batuta organizó un foro internacional abierto que pretendía abordar esta misma cuestión, acogiendo un Seminario Internacional sobre Música y Transformación Social del 28 de septiembre al 1 de octubre.

Con las restricciones de COVID-19, el Seminario se celebró en un formato híbrido, transmitiendo en directo a los anfitriones, los ponentes y el público desde Ibagué (la "capital de la música" de Colombia) en diálogo con moderadores, conferenciantes y ponentes que aparecían a distancia desde 27 países diferentes. Las sesiones fueron un conjunto de paneles, conferencias, entrevistas y actuaciones que se asemejaron a "un increíble plató de televisión global", como comentó un ponente.

Marc Bamuthi Joseph, Vicepresidente de Impacto Social del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, habló (vía Zoom) sobre la justicia en las artes con la antropóloga y periodista Catalina Ceballos. Foto: Fundación Batuta. 

Cada uno de los cuatro días se centró en un tema: 1) el presente y el futuro de la educación musical; 2) el reto de hacer música en espacios confinados o limitados, tanto físicos como simbólicos; 3) las conclusiones de nuestra nueva realidad digital; y 4) la construcción de un nuevo mundo pospandémico a través de la música. Aunque el seminario no pretendía ofrecer un resultado de acuerdos, los debates en grupo revelaron interesantes similitudes en nuestras relaciones con la música durante estos tiempos de pandemia, que han estado marcados tanto por una mayor dependencia de la tecnología como por la agitación política en muchas regiones.

Gran parte de nuestro diálogo se centró en la necesidad de actualizar los programas de postgrado, ayudando a los estudiantes a desarrollar nuevas habilidades: el espíritu empresarial; el desarrollo de nuevas relaciones con el público y las comunidades; la mediación cultural; y la comunicación y la tecnología. La principal preocupación del grupo era crear un acceso equitativo a la educación musical de alta calidad, a los recursos, a los puestos de trabajo y al reconocimiento de los jóvenes músicos de diferentes orígenes.

Los proyectos participantes abordaron estas cuestiones de diferentes maneras, algunos patrocinando y creando programas en regiones donde las oportunidades son limitadas, otros creando programas diseñados para equilibrar la exclusión -como Chineke! Orchestra, que ofrece un espacio para estudiantes, músicos y público de diversos orígenes en el ámbito clásico del Reino Unido.

Los programas de música para jóvenes también se enfrentan al reto de integrar diversas culturas y tradiciones a la vez que enseñan la música como un lenguaje común. Cuando los proyectos se construyen en torno al formato de orquesta sinfónica, surgen preguntas sobre el enfoque colonial de la educación musical. A este respecto, Duncan Ward, director de la Orquesta Juvenil del Mediterráneo, señaló: "Es más importante que nunca no ver las fronteras y jerarquías de las diferentes formas de hacer música, sino inspirarse en ellas, dándonos la oportunidad de escucharnos unos a otros, de respetar la música de los demás y de utilizar este lenguaje común para disfrutar de la compañía de los demás".

Muchos debates se centraron en la relación de la música con la acción política, como vehículo y reflejo del cambio social. Laura Paniagua-Arguedas, socióloga de la Universidad de Costa Rica, examinó esta idea a través de las letras de canciones latinoamericanas del siglo XXI sobre el exilio y el desplazamiento forzado. Sus conclusiones indicaron un cambio en el migrante como sujeto político recientemente humanizado, que posee agencia y conciencia de los derechos humanos y los movimientos globales. Su charla se refirió a algo esencial para el futuro de nuestro trabajo: personas con identidades multinacionales que cantan (o interpretan) sus propias historias y exigen respeto por sus contribuciones a las comunidades que ahora llaman hogar. Un mundo globalizado que va más allá de los visados.

Fandango Fronterizo, un festival de música comunitaria que se celebra a ambos lados del muro fronterizo entre México y Estados Unidos, cerca de Tijuana -donde "sólo el viento, los pájaros y la música pueden cruzar", en palabras del director del festival, Jorge Castillo-, nos recuerda que la música puede ser un símbolo poderoso y que los gestos artísticos pueden "catalizar energías particulares e invertir procesos estructurales", en palabras del vicepresidente de Impacto Social del Centro Kennedy, Marc Bamuthi Joseph. Otros autores invitados compartieron sus investigaciones sobre la música rock durante el periodo de la dictadura militar en Argentina y durante el periodo de conflicto en Irlanda del Norte, revelando las similitudes transcontinentales en el uso de la música para crear espacios seguros y acogedores que afirmen la esperanza y la identidad de los pueblos marginados.

Matilda Nox, cantante de Ibagué, Colombia. Foto: Fundación Batuta.

Por supuesto, la pandemia fue el tema más importante de la semana, y los ponentes compartieron muchas de sus adaptaciones creativas de los últimos dos años. La pandemia parece haber acelerado muchos de los procesos que antes se desarrollaban lentamente, es decir, el uso de la tecnología para mejorar el acceso a los bienes y recursos culturales. Por ejemplo, el Conservatorio Global, puesto en marcha este año por cuatro destacadas universidades de distintos países, que integraron sus experiencias, recursos y alumnado en un entorno de aprendizaje en línea compartido. En el mundo coral, los coros virtuales aparecen por doquier. Incluso en situaciones de estricto confinamiento, la música se tocaba y escuchaba en todo el mundo.

Durante esos duros meses, la música no era sólo una actuación, sino un tratamiento, como en el programa BREATHE de la English National Opera para los pacientes de Covid (o, por utilizar un ejemplo que no es el del seminario, el de Música para Respirar 24/7 de Bolivia). BREATHE nos recordó que subirse a un escenario es sólo uno de los muchos papeles que un músico puede desempeñar en la sociedad. La música, e incluso las expresiones sonoras como el golpeteo de ollas y sartenes, estaban ahí para recordarnos a los demás, para conectarnos socialmente y para permitirnos expresarnos en un acto de solidaridad.

Las numerosas perspectivas interconectadas que se compartieron durante el Seminario pueden resumirse en una metáfora de Jennifer Stumm, fundadora del Festival Ilumina: "Más que un objetivo en sí mismo, la música es como un prisma; lo que hacemos hace brillar la música sobre todo, la música se convierte en una lente para ver y debatir cuestiones sociales". La música es claramente un espacio común, compartido por individuos y comunidades con diferencias aparentemente irreconciliables. Los artistas y profesores que han dedicado su vida a la música son mensajeros de este lenguaje universal, y la historia que cuentan es un futuro al que todos aspiramos.

Los colegas interesados en profundizar en estos y otros temas tratados en el Seminario pueden consultar las grabaciones de las memorias del evento, disponibles en línea en www.simts.co.

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