Anfitriones en su propia casa": Interculturalidad real en la Academia de Artes Culturales Los Cenzontles

 
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Anfitriones en su propia casa": Interculturalidad real en la Academia de Artes Culturales Los Cenzontles

Eugene Rodriguez, Fundador, Academia de Artes Culturales Los Cenzontles

03-01-2023

Actuación en Sonora, México. Fotografía: Bill Steen.

Los mexicano-americanos están infrarrepresentados en el campo de las artes y la cultura. Este hecho no se alivia con llamamientos a la diversidad y el antirracismo, porque los latinos no somos una raza sino una etnia. Aunque hemos vivido en esta tierra desde antes de que existieran los Estados Unidos, se nos considera forasteros y se hace escarnio de nuestras culturas. A pesar de estos enormes puntos ciegos y de la crónica falta de recursos, la Academia de Artes Culturales Los Cenzontles ha prosperado durante 33 años porque se ha basado en el sudor de un equipo local de jóvenes que siempre han hecho el trabajo. Nuestro secreto ha sido reconocer que nuestros jóvenes tienen nombres, culturas y tanta capacidad como cualquier otro niño de Estados Unidos.

Clase de ritmo para niños. Foto: Los Cenzontles.

Los jóvenes que trabajan en Los Cenzontles proceden de barrios de clase trabajadora que son como muchos otros en todo el país: construidos para ser inestables, desde la frágil construcción de viviendas hasta la deficiente educación pública, desde los inadecuados servicios sociales hasta el azote de las bajas expectativas. Y, sin embargo, desde 1989, estos jóvenes han realizado un trabajo constante y reconocido a nivel nacional en la recuperación cultural, la interpretación, la composición, la producción y la educación, porque Los Cenzontles ofrece un tipo diferente de visión: una visión de propiedad y responsabilidad compartidas. En nuestra Academia de las Artes, los jóvenes mexicano-americanos no son becarios invitados, sino anfitriones en su propia casa. Nunca hemos esperado a tener recursos suficientes, o permiso, para hacer nuestro trabajo. Más bien, tomamos la iniciativa para abordar las preocupaciones de la comunidad, aprender de nuestros mayores, enseñar a nuestros hijos, cantar nuestras canciones y contar nuestras historias con orgullo y propósito desenfrenados.

Cuando crecí, en los años sesenta y setenta, apenas había representación mexicano-americana en la televisión y el cine. Aprendí que los hombres anglosajones dirigían la sociedad y la historia. La gente como yo estaba relegada a papeles secundarios, normalmente bufones y criminales. Cuando empecé mi carrera enseñando música mexicana a los niños, el advenimiento del multiculturalismo prometía una mayor representación, pero en realidad ofrecía espacios estrechos que nos obligaban a caer en estereotipos, parecidos al martes de tacos en el centro cultural. Así que empecé a practicar el interculturalismo, dentro del cual tomamos el control de nuestra propia autodefinición y expresión. Estudiamos nuestras tradiciones desde dentro y creamos puentes directos con personas de diversas culturas.

Los Cenzontles colaboran con la Preservation Hall Jazz Band en Nueva Orleans (Luisiana) en 2018. Foto: James Hall.

Reconociendo que la cultura estadounidense nació de las comunidades obreras, creamos una pedagogía propia que no intentaba aburguesar las artes culturales, como es típico en la educación institucional, sino que respetaba nuestras formas artísticas y sus modos nativos de transmisión. Nuestros niños aprenden primero a tocar de oído, lo que les enseña a escuchar y a participar sin filtros visuales innecesarios. De este modo, se convierten en mejores colaboradores, como demuestran las actuaciones de Cenzontles con Linda Ronstadt, Jackson Browne, Ry Cooder, The Chieftains, Taj Mahal, David Hidalgo y Preservation Hall Jazz Band, ninguna de las cuales requería notación.

Insistimos en ofrecer una educación individualizada a nuestros alumnos en un entorno en el que muchos programas de música para niños de clase trabajadora ofrecen educación musical "a escala", lo que a menudo significa enseñar a un gran número de niños con un impacto artístico personalizado mínimo. Pero las artes requieren un contacto sostenido y personalizado a largo plazo, algo que nuestra sociedad considera un derecho para los niños privilegiados y un lujo innecesario para los niños de clase trabajadora. Demasiado a menudo, esos niños se ven reducidos a recitar eslóganes engreídos en lugar de recibir una educación artística real y rigurosa, que no les proporciona nada de valor duradero.

Los adolescentes de Los Cenzontles cantan 'El Corrido de Cecilia Rios' en 1995.

Las lecciones de Los Cenzontles no son triviales. Estudiantes como los nuestros representan uno de los grupos demográficos de más rápido crecimiento en la nación, formando a nuestros futuros votantes, contribuyentes y consumidores. En una democracia multicultural, la participación cultural es tan importante como el voto. Descuidamos la educación adecuada de todos nuestros hijos por nuestra cuenta y riesgo.

Entonces, ¿qué hace falta para activar el talento sin explotar de nuestras diversas comunidades de clase trabajadora? Hará falta una representación real, no simbólica; una educación artística real, no eslóganes; y aceptar que Estados Unidos es, y siempre ha sido, un país totalmente diverso. El martes de tacos en el museo no será suficiente.

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