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Tricia Tunstall

06-01-2017

He aquí una pregunta. Cuando tu programa está en plena marcha y la enseñanza es extenuante, los retos de liderazgo son complejos y las necesidades de los estudiantes parecen cambiar constantemente (es decir, todo el tiempo), ¿tu primer impulso es pasar un domingo entero en una sala con tus colegas, hablando?

Supongo que no. Pero la razón por la que lo pregunto es que hace unos meses tuve el privilegio de ser parte de un esfuerzo tan contra-intuitivo, y fue uno de los mejores días de Sistema en la práctica que he presenciado. La Alianza de El Sistema de Nueva Jersey, un consorcio estatal de programas inspirados en el Sistema, celebró un retiro de un día para discutir los objetivos generales, las prioridades estratégicas y las prácticas de colaboración. La Alianza, ahora en su cuarto año, tiene reuniones regulares, pero nos habíamos dado cuenta de que debido a la presión de la toma de decisiones inmediatas en esas reuniones, los elementos del panorama general nunca se discuten completamente. Planificar el retiro no fue fácil; nunca hubo un momento adecuado para todos.

Pero el evento en sí, en un día gris de febrero, fue sencillamente estimulante. La gente compartió con franqueza lo que era más importante para ellos y lo que les preocupaba; una y otra vez, se sorprendieron unos a otros con la profundidad y la consideración de su compromiso con la misión general. No habríamos podido hacerlo sin la ayuda de un hábil facilitador, que hizo el trabajo de preparación de entrevistas telefónicas detalladas de antemano y, durante el retiro, nos guió suavemente y sin descanso para mantenernos en la tarea, pensar en grande e incluir todas las voces. Y se hizo mucho trabajo real: toma de decisiones, establecimiento de prioridades, elección de fechas.

Salí convencida de que, tanto para los programas individuales como para las redes como nuestra Alianza, es imperativo dedicar tiempo y espacio a este tipo de reflexión y de intercambio franco. La vida diaria de un programa del Sistema es rica e intensa, pero rara vez permite una reflexión plenamente colaborativa sobre lo que es más importante y la mejor manera de trabajar juntos. Dedicar tiempo a esa reflexión es vital. No será conveniente para nadie y requerirá un salto de fe por parte de todos. Pero ese día del año, si se planifica y ejecuta cuidadosamente, aumentará enormemente la eficacia de su programa, la colegialidad e incluso la alegría en los otros 364.

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