EDITORIAL: No vuelvas a hacer esa pregunta

 
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EDITORIAL: No vuelvas a hacer esa pregunta

03-31-2019

"¿Te ha gustado esa pieza?" "Dígame qué le ha gustado y qué no le ha gustado de esa interpretación". Oigo estas preguntas a los estudiantes de música en todas las culturas occidentales a las que voy. En la mayoría de los programas del Sistema que visito escucho ese tipo de preguntas de agrado y desagrado. Es un impulso no examinado, un hábito. Un mal hábito. Un mal hábito del que espero haceros conscientes en este editorial, y convenceros de que no volváis a caer en ese impulso inconsciente. Esas preguntas parecen inocuas. No lo son: son perjudiciales.

Gustar y no gustar es la perspectiva menos valiosa, menos interesante y menos útil desde el punto de vista educativo a la que se puede invitar a los alumnos en los momentos de reflexión. Es algo común: la cultura occidental se regodea en el poder de la preferencia. Al igual que el voto de los pulgares hacia arriba o hacia abajo en la lucha de gladiadores en el Coliseo romano, nos gustan o nos disgustan las publicaciones de Facebook, las canciones pop, las declaraciones políticas, las personas. Nos sentimos poderosos al establecer una preferencia binaria, y nuestra cultura la alimenta a la fuerza con encuestas, expertos y celebridades. "Es genial" y "Es una mierda" son juicios instantáneos que intimidan la mentalidad de crecimiento, socavan la empatía y estrangulan los procesos del arte.

La decisión binaria instantánea sobre la preferencia es exactamente contraria al tipo de atención que queremos que nuestros jóvenes del Sistema apliquen a su creación y escucha de música. Queremos que se fijen en lo que está presente en lugar de ofrecer opiniones generalizadas basadas en el impulso. Queremos que presten atención a las cualidades de algo y de la gente, a los puntos fuertes y débiles, al potencial, al proceso.

Trabajando en contra de una cultura omnipresente que fomenta y premia el juicio binario de preferencia instantánea, debemos invitarles de forma vigilante e implacable a este tipo alternativo de asistencia. Nuestros programas no sólo deben incluir una pedagogía que no juzgue de forma instantánea (la pedagogía del Sistema es buena para evitarlo), sino también una reflexión que atraiga siempre a los jóvenes hacia un tipo de pensamiento más matizado, más reflexivo, más interesante y más gratificante. Una pregunta de "me gusta" o "no me gusta" puede suscitar una respuesta animada, pero hace retroceder a nuestros alumnos; perjudica su capacidad artística. No lo hagas. Nunca. Ni siquiera una vez.

En su lugar, busque siempre una pregunta más matizada; y si es bueno, encuentre una pregunta intrínsecamente interesante. En lugar de "¿Qué te ha gustado de esa obra?", pregunta: "¿Qué es lo que has notado en esa obra que crees que otros no han notado?". En lugar de "¿Por qué la odiaste?" (que invita a reforzar el juicio inmediato), ¿qué tal "Qué cosas crees que el compositor estaba tratando de hacer?" Y siempre dirija las opiniones y los juicios hacia la música: "¿Qué es lo que ha oído en la música que le hace pensar eso?". Vuelva siempre a la música, para crear el hábito de percibir las ideas musicales, de prestar atención a lo que realmente existe, en lugar de caer en la indulgencia instintiva de las preferencias.

John Dewey lo dijo simplemente: si no reflexionamos sobre nuestras experiencias, no aprendemos de ellas. Los programas del Sistema (y toda la educación musical) tienden a escatimar el componente reflexivo del aprendizaje de los alumnos. Reflexionar sobre los procesos de aprendizaje, reflexionar sobre la música que tocamos y escuchamos, requiere una prioridad constante para ayudar a los estudiantes a desarrollar los hábitos mentales de reflexión que potencian su aprendizaje y desarrollo artístico. Hay que asegurarse de que esos hábitos mentales incluyan la atención a lo que está presente, no sólo a las opiniones sobre las cosas. Cuando nos encontramos con algo nuevo, es natural tener una opinión sobre ello, pero es lo menos útil que un artista puede hacer con su atención. Estemos atentos a desarrollar las habilidades más valiosas, pero socialmente ignoradas, de atender a lo que no se prefiere para alimentar el interés por descubrir lo que está presente.

Autor: Eric Booth, editor, The World Ensemble

Fecha: 30 de marzo de 2019


EDITORIAL: Jamás vuelvas a hacer esta pregunta

Por Eric Booth, editor, The World Ensemble

"¿Te gustó esa obra?" "¿Qué te gustó y qué no te gustó de esa presentación?" Escucho estas preguntas dirigidas a los estudiantes de música doquiera vaya en las culturas occidentales. Escucho ese tipo de pregunta de gustar/desagradar en la mayoría de los programas de El Sistema que visito. Es un impulso no examinado, un hábito. Un mal hábito. Un mal hábito sobre el cual espero concientizarte en este editorial, para convencerte de no volver a caer en este impulso inconsciente. Esas preguntas parecen inofensivas. No lo son-son dañinas.

"Me gusta"/"no me gusta" es la perspectiva menos valiosa, menos interesante, menos útil pedagógicamente a la que puedes invitar a los estudiantes durante momentos de reflexión. Definitivamente es algo común-la cultura occidental se obsesiona con en el poder de la preferencia. Como el voto de pulgares arriba o abajo en las luchas de los gladiadores en el Coliseo Romano, a nosotros nos gustan o no nos gustan las publicaciones en Facebook, las canciones pop, las declaraciones políticas, y la gente. Parece poderoso registrar una preferencia binaria, y nuestra cultura alimenta esta necesidad con encuestas, comentaristas, y personas famosas. "Es genial" y "estuvo pesimo" son insta-juicios que hacen bullying a la mentalidad de crecimiento, debilitan la empatía, y estrangulan los procesos del arte.

La decisión binaria inmediata sobre la preferencia está exactamente en contra del tipo de atención que queremos que nuestros jóvenes de El Sistema apliquen a su música y su escucha. Queremos que observen lo que está presente en lugar de ofrecer opiniones generalizadas según el impulso. Queremos que pongan atención cuidadosamente a las cualidades de algo o alguien-las fortalezas y las debilidades, la potencialidad, el proceso.

Trabajando en contra de una cultura omnipresente que prefiere y premia el juicio binario instantáneo, debemos invitar a nuestros estudiantes, con vigilancia, incansablemente, a esta forma alternativa de observar. Nuestros programas deben no solo incluir pedagogía que no insta-juzga (la pedagogía de El Sistema ya sabe evitar eso), pero también ejercicios de reflexión que siempre lleven a los estudiantes a formas de pensar más sutiles, más profundas, más interesantes, y más gratificantes. Una pregunta de me gusta/no me gusta suele provocar una respuesta vivaz, pero obstaculiza a nuestros estudiantes; daña su desarrollo artístico. No lo hagas. Nunca. Ni una sola vez.

En cambio, busca siempre una pregunta más compleja; y si puedes, busca una pregunta intrínsecamente interesante. En lugar de "¿Qué es lo que te gustó de esta obra?" quizás pregunta, "¿Qué notaste en esta obra que crees que los demás quizás no notaron?" En lugar de "¿Por qué lo odiaste?" (una pregunta que invita a más insta-juicios), qué tal "¿Qué crees que fueron las intenciones del compositor?" Y siempre dirige las opiniones y los juicios hacia la música-"¿Qué es lo que escuchaste en la música que te hizo pensar así?" Siempre vuelve a la música-para construir el hábito de observar ideas musicales, poniendo atención en lo que hay realmente, en vez de recurrir por reflejo a la gratificación de la preferencia.

John Dewey lo dijo de una manera sencilla: Si no reflexionamos sobre nuestras experiencias, no aprendemos de ellas. Los programas de El Sistema (y de toda la educación musical) suele escatimar al componente de la reflexión en el aprendizaje de los estudiantes. Reflexionar sobre los procesos de aprendizaje, o sobre la música que tocamos y escuchamos, requiere una prioridad consistente en ayudar a los estudiantes a desarrollar los hábitos mentales de reflexión que empoderan al desarrollo artístico y educativo. Asegúrate que esos hábitos mentales incluyan la atención a lo que está presente, no solo a las opiniones sobre las cosas. Cuando se encuentra algo nuevo, es natural tener una opinión sobre ello, pero es la cosa menos útil que puede hacer un artista con su atención. Somos vigilantes en desarrollar la capacidad valiosa pero ignorada por la sociedad: la observación, un proceso que sobrepasa la preferencia para alimentar el interés en descubrir lo que está presente.