Comparación de opciones para adquirir instrumentos de cuerda

 
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Comparación de opciones para adquirir instrumentos de cuerda

10-15-2018

Todos sabemos que cuando se trata de aprender un instrumento, la calidad es esencial. Un gran instrumento ayudará al alumno a aprender, mientras que uno malo lo convertirá en un proceso tortuoso. También sabemos que un gran instrumento supone una mayor inversión, especialmente en el caso de los instrumentos de cuerda. Hay subvenciones para ayudar a los programas a comprar instrumentos, y eso funciona bien para algunos, pero otros se quedan atascados por los costes ocultos asociados a los violines, violas, violonchelos y bajos. Se trata de encontrar un buen instrumento a un precio que el programa pueda permitirse, y hay que hacer sacrificios. ¿Cómo podemos ayudar a los directores a evitar estos costes ocultos y seguir dirigiendo eficazmente sus programas?

En primer lugar, hay que ver cuáles son esos costes ocultos. Empecemos por lo que parece obvio: las reparaciones. En el caso de los instrumentos de cuerda, las reparaciones pueden acumularse hasta el punto de que lo que inicialmente parecía una solución rápida se convierte en una catástrofe financiera. Por ejemplo, un puente roto. Esto es algo que no se puede pegar y debe ser reemplazado. Un puente siempre se talla a mano para que se adapte a un instrumento. Para un instrumento de estudiante, esto puede costar casi o más de 150 dólares, dependiendo de dónde se encuentre, y recuerde: cuanto más grande sea el instrumento, mayor será el coste.

Que algo se rompa es un hecho extremo (aunque común), pero también hay un coste asociado al mantenimiento y al desgaste. Esto incluye cosas como el reacondicionamiento del arco, las costuras abiertas y las cuerdas nuevas. Esto también puede suponer un gasto rápido, por no hablar de lo que ocurre cuando las reparaciones cuestan más que el propio instrumento. Muchos programas que compran instrumentos se encuentran con esta situación. A veces, el daño de uno de sus violonchelos, por ejemplo, se considera demasiado extenso como para justificar el coste necesario para devolverlo a un estado tocable. Cuando estos instrumentos desaparecen, lo hacen para siempre, y hay que comprar uno nuevo. Podemos enseñar a los niños a ser lo más cuidadosos posible con sus frágiles instrumentos, pero los accidentes siguen ocurriendo.

Otro coste oculto que los programas encuentran al comprar instrumentos de cuerda: Múltiples tamaños. Los violines, las violas, los violonchelos y los contrabajos vienen en tamaños incrementales para adaptarse a los niños más pequeños. A medida que crecen, tendrán que cambiar de instrumento, lo que significa que los programas siempre necesitarán tener a mano una reserva de instrumentos de diferentes tamaños. Adquirir y almacenar esos instrumentos adicionales supone un reto, así como determinar cuántos de cada tamaño se necesitarán para varios años.

¿Cuál es la solución? Los programas necesitan otro tipo de ayuda para adquirir instrumentos, algo que siga funcionando después de la donación inicial. Necesitamos otra opción para los programas que pueda adaptarse a sus necesidades específicas. La compra se ha promocionado como una forma de que los programas tengan la propiedad completa, pero también pone toda la carga financiera en los propios programas. El alquiler se considera una solución temporal o costosa, pero ¿qué pasaría si se convirtiera en una opción viable? Los alquileres incluyen un seguro contra el desgaste, la rotura de cuerdas, los daños accidentales y las reparaciones comunes. También incluyen intercambios de tamaños, lo que significa que un programa no necesita un stock de instrumentos extra en múltiples tamaños y un lugar para almacenarlos todos.

Esto es lo que el Johnson String Project quiere cambiar. Con sede en Newton, Massachusetts, somos una organización sin ánimo de lucro asociada a Johnson String Instrument. En colaboración con el Consejo Cultural de Massachusetts, trabajamos para proporcionar instrumentos, principalmente de alquiler, a programas inspirados en El Sistema en toda la Commonwealth. La idea es que estos costes ocultos sean cubiertos por el Johnson String Project. Esto ha ayudado a dar a los programas acceso a los mismos instrumentos que cualquiera puede entrar en la tienda para alquilar, así como a liberar los presupuestos de los programas para otras preocupaciones. Aunque todavía somos una organización pequeña pero en crecimiento, estos resultados son alentadores y demuestran la necesidad que tienen los programas de una solución más flexible. Nuestra esperanza es que, con el tiempo, éste sea un modelo que otros estados y tiendas locales puedan adoptar para ayudar a más programas y comunidades.

Autor: Silvija Kristapsons, Subdirectora de Marketing, Johnson String Instrument

Fecha de publicación: 14 octubre, 2018


Comparando opciones para adquirir instrumentos de cuerda

Por Silvija Kristapsons, gerente asistente de marketing, Johnson String Instrument

Todos sabemos que cuando se trata de aprender un instrumento, la calidad es esencial. Un instrumento excelente ayudará a un estudiante para que aprenda, mientras que uno malo volverá el proceso torturador. También sabemos que un instrumento excelente significa una mayor inversión, especialmente con los instrumentos de cuerda. Hay becas para ayudar a los programas a comprar instrumentos, y eso funciona para algunos, pero otros se enredan con los costes ocultos asociados con los violines, violas, violonchelos, y contrabajos. Se vuelve un balance de encontrar un buen instrumento con un precio al alcance del programa, y hay sacrificios que pasan. ¿Cómo ayudamos a los directores para que eviten esos costes ocultos y todavía gestionen sus programas de manera efectiva?

Primero, hay que mirar qué son esos costes ocultos. Empecemos con lo que parece obvio: las reparaciones. Con los instrumentos de cuerda, las reparaciones se pueden ir sumando hasta que lo que al principio parecía un arreglo fácil ahora es una catástrofe financiera. Toma un puente roto, por ejemplo. Eso es algo que no se puede encolar con pegamento y se debe reemplazar. Un puente es siempre tallado a mano al tamaño del instrumento. Para un instrumento estudiantil eso puede costar hasta más de US$150 dependiendo de la ubicación, y recuerda: más grande el instrumento, más alto el costo.

Que algo se rompa es un incidente extremo (aunque común), pero también hay un coste asociado con el mantenimiento y el desgaste. Eso incluye cosas como encerdar los arcos, cerrar las grietas abiertas, y cambiar las cuerdas, que también pueden ir sumándose rápidamente, por no hablar de lo que pasa cuando las reparaciones cuestan más que el mismo instrumento. Muchos programas que compran sus instrumentos se encuentran con ese escenario. A veces, el daño a uno de sus violonchelos, por ejemplo, se considera demasiado extenso para justificar el coste necesario para devolverlo a un estado tocable. Cuando esos instrumentos mueren, mueren para siempre, y hay que comprar uno nuevo. Podemos enseñar a los niños a tratar sus instrumentos frágiles de la manera más suave y cuidadosa posible, pero los accidentes todavía pasan.

Otro coste oculto que los programas encuentran cuando adquieren instrumentos de cuerda: Tamaños diferentes. Los violines, violas, violonchelos y contrabajos vienen en tamaños progresivos para acomodar a los niños más pequeños. Mientras crecen, tendrán que cambiar de instrumento, y eso significa que los programas siempre necesitarán un inventario de instrumentos de diferentes tamaños disponibles. Adquirir y almacenar esos instrumentos extras es un reto, como también determinar cuántos de cada tamaño necesitarás para varios años.

¿Cuál es la solución? Los programas necesitan otro tipo de apoyo para adquirir los instrumentos - algo que sigue funcionando después de la donación inicial. Necesitamos otra opción para los programas que se pueda adaptar a sus necesidades únicas. Se promueve la idea de comprar, para que los programas sean los propietarios de sus instrumentos, pero eso también deja el peso financiero enteramente con los mismos programas. Se ve el alquiler de instrumentos como una solución temporal o costosa, ¿pero qué tal si se volviera una opción viable? Los instrumentos alquilados vienen con seguro para el desgaste, las cuerdas rotas, los daños accidentales, y las reparaciones comunes. También incluyen cambios de tamaño, lo cual significa que un programa no necesita un inventario de instrumentos extras en varios tamaños, ni un lugar donde almacenarlos todos.

Eso es lo que el Johnson String Project quiere cambiar. Con la sede en Newton, Massachusetts, somos una organización sin fines de lucro asociada con Johnson String Instrument. En colaboración con el Consejo Cultural de Massachusetts, trabajamos para proporcionar instrumentos, mayormente alquilados, a programas inspirados por El Sistema por todo el estado. La idea es que el Johnson String Project cubra esos costes ocultos. Eso ha ayudado a dar a los programas acceso a los mismos instrumentos que cualquier persona que entra en la tienda, y también ha permitido que los programas despejen sus presupuestos para otros asuntos. Aunque somos una organización pequeña en fase de crecimiento, estos resultados nos animan y demuestran la necesidad que tienen los programas para una solución más flexible. Nuestra esperanza es que con el tiempo, eso se vuelva un modelo que otros estados y otras tiendas puedan adoptar para ayudar a más programas y comunidades.

Fecha: 31 octubre 2018