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Perspectiva de los invitados
El único americano en SEYO
Dilon Bryan, estudiante de posgrado en interpretación de trompa, Universidad de Georgia
El pasado mes de agosto, tuve la suerte de ser el único músico estadounidense en la Joven Orquesta del Sistema Europa. La SEYO me ofreció generosamente esa oportunidad porque nací en Birmingham, Inglaterra -el lugar donde se celebra el Festival "SEYO 18"- y volvía a visitar la ciudad después de vivir en Estados Unidos durante 14 años.
Me formé musicalmente en Estados Unidos desde los 11 años; mi instrumento principal es la trompa, y también estudié violonchelo y trompeta. Obtuve mi título universitario en la Columbus State University. Pero nunca tuve la experiencia de estar en un programa del Sistema. Así que tocar con SEYO fue una experiencia que me abrió los ojos y el corazón.
Tocar con tanta gente de Europa fue un verdadero placer, e hice muchos amigos nuevos. El elemento más llamativo de las secciones y ensayos diarios fue la gran pasión y el amor que sienten por este oficio. Según mi propia experiencia, los estudiantes de música en los conservatorios a veces se creen "demasiado guays" para expresar su celo. Especialmente en el caso de los estudiantes de más edad que cursan estudios de posgrado, es fácil olvidar por qué hacemos lo que hacemos. Y a menudo tenemos miedo de preocuparnos demasiado por la música porque esto nos pone en una posición vulnerable. Sin embargo, actuar desde esta posición defensiva no se presta a una gran comunicación con el público.
En cambio, los jóvenes músicos de la SEYO no se contuvieron: lo dieron todo, todo el tiempo. Por ejemplo, la forma en que tocaron el "Danzón nº 2" de Arturo Márquez fue eléctrica, en todo momento. Es cierto que había cosas que debían afinarse durante los primeros ensayos, pero los músicos nunca olvidaron que el "Danzón" es una fiesta. La pieza se abre con un hermoso solo de clarinete, y nuestro clarinetista principal encontró la manera de sacar un nuevo color cada vez, lo que nos inspiró a todos a tocar con el mismo espíritu.
En general, me pareció que los músicos estaban deseosos de aprender de los directores de orquesta y de los jefes de sección, que compartían su sabiduría y su arte con gran energía y sin inhibiciones. También fue asombroso descubrir que todos podíamos reunirnos desde tantos lugares diferentes y que, al tocar música, podíamos entendernos profundamente a pesar de las barreras lingüísticas verbales. Tocar con la Joven Orquesta del Sistema Europa fue una experiencia inolvidable, justo la inspiración que necesitaba.
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