EDITORIAL: I’m Curious: Are We Missing Something Big?

 
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EDITORIAL: I’m Curious: Are We Missing Something Big?

03-28-2018

There is a word I rarely hear in Sistema conversations.  It’s a word I hear often in conversations with educators in other subject areas and with professionals in other fields.  It is a tool of all great teachers that is so fundamental they never even think to use the term.  The absence of this word in Sistema work may signify something important.

The word is curious.  I almost never hear busy Sistema educators express interest in prioritizing what their young musicians are curious about.  They rarely refer to questions that arise organically in students, apart from questions about technique or problem solving.  Curiosity seeks to connect something you know with something you don’t know but want to know—the most basic building block of intrinsically motivated learning.  Are we missing something big?

What is curiosity?  As with so many deep human truths (little things like love, creativity, beauty, etc), there is no simple definition, and there are more theories than agreed-upon answers.  From my own decades of teaching to activate and guide it in others and observing how it unfolds in action, I know it has to do with pleasure.  The spark of its arising feels good to people; the process of following its impulses thrives if it is enjoyable, and its rewards (surprise is often among them) prominently include satisfaction.  And then there is the “bounce” of new curiosity that so often springs right out of the completion, starting another pleasurable cycle.  One could get addicted to this!—the best kind of addiction.  It’s called great learning.  The habits of lifelong learning we hope to instill in our Sistema students.

Recent research from brain science adds some heft to my observational conclusions.  The “reward pathway” in the midbrain releases dopamine when motivation is stimulated and then completed, creating a reinforcing pattern.  With much repetition over time (like all day every day, as an infant), this reward pathway gets activated for more than just physical and literal need fulfillment.  We grow to feel the dopamine pleasure cycle for exploratory behavior—we learn that curiosity feels good.

Does our Sistema teaching tap into this hardwired power source?  Are we doing everything we can to invite, stimulate, celebrate, play with, and pursue curiosity throughout music learning?  Or are we unthinkingly squelching it in service to other priorities?  We can’t make someone else be curious about something—humans don’t work that way.  But we can seek to create learning environments that are incubators of curiosity.  In my experience, the gains are immeasurable.  Within the Sistema ideals for youth development and social change, nurturing curiosity seems essential.

There is no established pedagogy of curiosity.  I wish there were.  And I wish Sistema faculties were talking about how they are trying to develop it every day.  But even without those organizational habits, there is the Law of 80%:  80% of what you teach is who you are.  Are you insatiably curious with and about your students?  Do you invite them into your constant exploratory pleasures?  Does your teaching reinforce your students’ reward pathways of curiosity-driven interest?  Is every lesson and rehearsal driven by the fun of finding out?

Here’s what I am curious about.  What do the hundreds of Sistema teachers around the world know that can better activate the natural curiosities of our students to deepen and energize the learning?  And how can we get better at letting one another know what we know about using curiosity?

By Eric Booth, Publisher of The World Ensemble

Date Published: 28 March 2018


EDITORIAL: Por Curiosidad: ¿Se nos está escapando algo grande?

Hay una palabra que escucho raras veces en conversaciones sobre El Sistema. Es una palabra que escucho a menudo en conversaciones con educadores en otras áreas y con profesionales en otros campos. Es una herramienta de todos los grandes profesores, la cual es tan fundamental que nunca piensan en utilizar el término. La ausencia de esta palabra en el trabajo de El Sistema podría significar algo importante – ¿estamos ignorando algo grande?

La palabra es curioso. Casi nunca escucho a los educadores ocupados de El Sistema expresando interés en priorizar lo que inspira curiosidad en sus jóvenes músicos. Raras veces hacen referencias a preguntas que surgen orgánicamente desde los estudiantes, aparte de preguntas sobre la técnica musical o la resolución de problemas. La curiosidad busca conectar algo que sabes con algo que no sabes pero quieres saber—la pieza más fundamental del aprendizaje intrínsecamente motivado. ¿Se nos está escapando algo grande?

¿Qué es la curiosidad? Así como muchas verdades profundas y humanas (como el amor, la creatividad, la belleza, etc.), no tiene una definición simple, y hay más teorías que respuestas confirmadas. De mis décadas de enseñar como se activa y se guía la curiosidad en los demás, y de observar como esa se desarrolla en tiempo real, sé que tiene que ver con el placer. La chispa de su llegada hace sentir bien a la gente, el proceso de seguir sus impulsos prospera si es divertido, y sus recompensas (entre ellas está la sorpresa) incluyen la satisfacción. Y luego está la energía de una nueva curiosidad que brinca desde la terminación, empezando otro ciclo placentero. ¡Podría ser adictivo!—el mejor tipo de adicción. Se llama aprendizaje de alta calidad. Los hábitos de aprendizaje constante que esperamos instilar en nuestros estudiantes de El Sistema.

Estudios recientes en la neurociencia agregan algo de peso a mis conclusiones observacionales. El “sendero de la recompensa” en la mitad del cerebro suelta la dopamina cuando se estimula la motivación y luega se completa la acción, creando un patrón reforzado. Con mucha repetición a través del tiempo (todo el día, todos los días, o como infante), este sendero de la recompensa se activa para más que sólo la satisfacción de las necesidades físicas y literales. Crecemos y empezamos a sentir el ciclo placentero de la dopamina para el comportamiento exploratorio—aprendemos que la curiosidad nos hace sentir bien.

¿Nuestra enseñanza en El Sistema se aprovecha de esta fuente de poder natural? ¿Estamos haciendo todo lo que podemos para invitar, estimular, celebrar, jugar con, y perseguir la curiosidad a través del aprendizaje musical? ¿O la estamos aplastando sin pensar, en servicio de otras prioridades? No podemos hacer que otra persona sea curiosa sobre algo—los seres humanos no funcionan así. Pero podemos buscar crear ambientes de aprendizaje que sean incubadoras de la curiosidad. En mi experiencia, las ganancias son inmensurables. Entre los ideales de El Sistema para el desarrollo juvenil y el cambio social, promover la curiosidad parece esencial.

No hay una pedagogía establecida para la curiosidad. Quisiera que existiera. Y quisiera que los profesores de El Sistema hablaran todos los días sobre sus esfuerzos de desarrollar una así. Pero también sin acciones organizacionales, está la Ley del 80%—80% de lo que enseñas es el resultado de lo que eres tú. ¿Eres insaciablemente curioso con tus estudiantes? ¿Los invitas a conocer tus procesos divertidos de exploración constante? ¿Tu enseñanza refuerza los senderos de recompensa de tus estudiantes con los intereses generados por la curiosidad? ¿Se motiva cada clase y ensayo por el placer de descubrir?

Aquí está mi curiosidad: ¿Qué saben los cientos de profesores de El Sistema de todo el mundo que pueda activar mejor las curiosidades naturales de nuestros estudiantes, para profundizar y dinamizar el aprendizaje? Y ¿podemos compartir mejor nuestros saberes sobre el uso de la curiosidad?

Por: Eric Booth

Fecha: 28 marzo 2018